lunes, 26 de diciembre de 2011

Un Presidente que piensa en los pobres


Esta es la Resolución sancionada el pasado jueves por consenso en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), atendiendo a una iniciativa de nuestro presidente, Leonel Fernández, para que el organismo multilateral adopte correctivos generales dirigidos a regular los mercados de futuro en los precios de productos básicos, habrá de convertirse en el mecanismo idóneo para que el organismo multilateral garantice la protección de las familias más desamparadas del planeta.

La decisión adoptada por las Naciones Unidas marca un antes y después en la historia de la política exterior de la República Dominicana porque no hay precedentes de que el país haya logrado que una propuesta de esa magnitud, hecha por un mandatario dominicano, fuera votada por el consenso de todas las naciones del mundo.

El primer elemento a destacar, que hace de la propuesta un hecho único es la intención, pues con la iniciativa Fernández busca que las naciones en vías de desarrollo tengan cierto blindaje ante la entrada de fondos no regulados en los mercados de futuro de alimentos y petróleo. Estoy seguro de que en los archivos de la Organización de las Naciones Unidas, hay innumerables resoluciones y documentos adoptados en el pasado que tienen que ver con los derechos de las personas a tener una vida adecuada que le asegure alimentación y una óptima salud. Organismos que pertenecen al Sistema de las Naciones Unidas, desde la fundación de esta entidad, en 1945, tienen como objetivo luchar contra el hambre.

La Resolución Fernández, sin embargo, tiene un fin que va más allá de la enunciación y reconocimiento del problema. Lo que hace singular esta propuesta es el hecho de que las 193 naciones miembros de la ONU reconocen oficialmente la especulación excesiva que, aunque no es nueva, su forma actual de operación, la convierte en perturbadora del mercado, tanto para los importadores netos como para los países productores, pero muy especialmente para millones de familias en el planeta, en condiciones vulnerables.

Admitir que ese fenómeno, con sus características modernas de funcionamiento, es irregular, que es un elemento distorsionador, obliga a que la Organización de las Naciones Unidas adopte medidas regulatorias, especialmente con el tema de los alimentos, renglón en el que la entidad tiene un organismo especializado para acciones contra el hambre, como es la FAO.

Reconocer que hay un fenómeno irregular en el mercado que trastorna desempeño económico de los pueblos y amenaza su estabilidad política, es un aspecto positivo. En el futuro, eso implicaría asumir acciones que coadyuven a minimizarlo, tal como se establece en la Resolución Fernández en el punto 2, cuando destaca “la necesidad de tomar medidas activas para reducir la excesiva volatilidad de los precios de los alimentos”.

Es partiendo de ese razonamiento que los países suscribientes de la Resolución Fernández “solicitan al Presidente de la Asamblea General que en su sexagésimo período de sesiones convoque un Debate Temático de Alto Nivel, que se celebre en una sesión plenaria y al que asistan los Estados Miembros, expertos independientes y otros interesados”.

Este debate tiene como finalidad- de acuerdo con la Resolución- el promover un intercambio de ideas sobre la forma de reducir la volatilidad excesiva de los precios en los mercados de alimentos y financieros de productos básicos conexos, “teniendo en cuenta medidas pertinentes adoptadas a nivel nacional, regional e internacional”.

Otro aspecto a destacar sobre la singularidad de la Resolución Fernández es el que tiene que ver con la acogida militante del Grupo de los 77 y China, a favor de la propuesta de República Dominicana, asumiendo un espíritu constructivo entre los negociadores, tanto por parte de la Misión criolla encabezada por Virgilio Alcántara, como por los representantes de ese grupo de países.

El punto nodal de la Resolución radica en el hecho de que al referirse a la excesiva volatilidad de los precios en los mercados de alimentos y en los mercados financieros y de productos básicos conexos, las Naciones Unidas llama a prestar atención a la necesidad de que los países en desarrollo importadores netos de alimentos logren la seguridad alimentaria.

Enfrentar de manera real ese fenómeno, coloca en contexto nuevamente el plan de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptado en el año 2000 y cuyo punto uno es, precisamente, combatir el hambre. En el mundo hay más 2 mil 239millones de personas que subsisten como menos de un dólar, de los cuales 114 millones son niños que no tienen acceso a la educación.

Esos pobladores del mundo que no tienen oportunidades ni para comer ni educarse, son quienes más padecen el fenómeno de la especulación con los alimentos. ¿Pueden las naciones miembros de la ONU cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio ante fenómenos especulativos excesivos que solo buscan engrosar fortunas corporativas?

Como ha planteado nuestro Presidente en los foros nacionales e internacionales, los alimentos no deben convertirse en activos financieros del mercado especulador, sino garantizar la convivencia de la especie humana.

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